Por la mañana, mientras Barbarita y Plácido andaban por esas calles de tienda en tienda, entregados al deleite de las compras precursoras de Navidad, Jacinta salió acompañada de Guillermina. Había dejado a su esposo con Villalonga, después de enjaretarle la mentirilla de que iba a la Virgen de la Paloma a oír una misa que había prometido. El atavío de las dos damas era tan distinto, que parecían ama y criada. Jacinta se puso su abrigo, sayo o pardessus color de pasa, y Guillermina llevaba el traje modestísimo de costumbre. “Fortunata y Jacinta”, 1885, Edición de Domingo Ynduráin, Turner (Madrid), 1993, p. 139.
En el panorama cultural y religioso contemporáneo, la figura de Papá Noel ha adquirido una prominencia que, en muchos aspectos, parece superar la centralidad de Jesús en la celebración de la Navidad, especialmente en el contexto occidental. Este fenómeno no es meramente anecdótico, sino que refleja una serie de transformaciones socioculturales y teológicas profundas que merecen cierto análisis.
Desde sus orígenes humildes como San Nicolás, un obispo del siglo IV conocido por su generosidad hacia los pobres, la evolución de Papá Noel hasta convertirse en el alegre y robusto portador de regalos que conocemos hoy ha sido notable. Su transformación y comercialización fueron particularmente influenciadas por la cultura popular estadounidense y la publicidad corporativa, siendo la campaña de Coca-Cola en la década de 1930 un hito decisivo que ayudó a cimentar la imagen moderna de Santa Claus con su traje rojo y blanco (Belk, Russell W. «Materialism and the Making of the Modern American Christmas.» Journal of Consumer Research, 1985).
Esta reinvención de Papá Noel no solo cambió su imagen, sino que también reorientó el enfoque de la Navidad hacia el consumismo y la gratificación material. En contraste, el mensaje original de la Navidad en el cristianismo se centra en la figura de Jesús, cuyo nacimiento simboliza la esperanza, la redención y el amor altruista, aunque muchos de los estudios exégetas demuestran que nació en abril, pero bueno es un detalle no muy significativo. La narrativa bíblica del nacimiento de Jesús en un humilde pesebre, rodeado de pastores y ángeles, pone de manifiesto valores como la humildad, la simplicidad y el cuidado hacia los marginados, valores que se diluyen fácilmente en el frenesí consumista moderno. El rey judío Herodes eliminando a todos los niños nos trae incluso imágenes de la actualidad, de nuevo un rey judío (Netanyahu) mata a niños so pretexto de un ataque o problema que en realidad no existe, pero se inventa.
El desplazamiento de Jesús por Papá Noel en la conciencia pública durante la Navidad puede interpretarse a través de la lente de la teoría de la secularización, que sugiere una disminución de la influencia religiosa en la vida pública y cultural. A medida que la sociedad se seculariza, los símbolos religiosos tienden a perder su significado espiritual y son reemplazados por otros más secularizados que a menudo fomentan valores capitalistas (Bruce, Steve. God is Dead: Secularization in the West. Blackwell Publishing, 2002).
Muchas personas ya no felicitan la Navidad, sino que felicitan el solsticio de invierno. Pérez Reverte, supongo que harto como todos de los esnobismos españoles, directamente los tacha de “gilipollas”. No le faltan razones porque en España somos mas papistas que el Papá. Imagen de país laico es Francia y sin embargo mantienen una “tradición religiosa” de vírgenes, cruces templarias y otros símbolos devotos respetados por su tradición cultural/histórica y punto.
Esta transición no solo refleja un cambio en las prácticas de consumo, sino que también plantea preguntas profundas sobre la identidad cultural y espiritual. Al sustituir el foco de Jesús por el de Papá Noel, la Navidad se convierte menos en una conmemoración del misterio de la encarnación y más en una celebración de la generosidad material. Esto plantea un desafío para las comunidades cristianas en cuanto a cómo reivindicar el significado religioso de la Navidad en una época dominada por mensajes comerciales.
Además, este fenómeno tiene implicaciones para la educación religiosa y la formación de valores en las nuevas generaciones. La omnipresencia de Papá Noel en medios de comunicación y publicidades navideñas inevitablemente influye en la percepción infantil del significado de la Navidad, lo que requiere un esfuerzo consciente por parte de padres y educadores para presentar una narrativa más equilibrada que incluya tanto la dimensión espiritual como la festiva.
Mientras Papá Noel sigue siendo un símbolo querido de generosidad y alegría festiva, es esencial para aquellos que valoran las raíces cristianas de la Navidad encontrar maneras de mantener vivos los principios que Jesús representa. Esto no significa eliminar la figura de Papá Noel, sino recontextualizarla de manera que complemente y no eclipse el mensaje de amor, esperanza y paz que es fundamental para la temporada navideña en su esencia más espiritual.
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