En el marco de la reciente adquisición de tres importantes obras de Joaquín Sorolla por parte del Ministerio de Cultura —Jardín (casa del artista), Retrato del Dr. Francisco Rodríguez Sandoval y Vista de Plasencia— cabe preguntarse qué rasgos compartían Sorolla y otros grandes artistas o intelectuales con las características que, según estudios psicológicos, son típicas en personas de gran inteligencia. Entre ellas se destacan el perfeccionismo, la obsesión por el aprendizaje, la sensibilidad a los estímulos, la introspección y el aislamiento. ¿Hasta qué punto estos rasgos contribuyen al legado de un genio?
Perfeccionismo y procrastinación: un impulso creativo
El perfeccionismo, tan común en personas con altos niveles de inteligencia, es también una característica notoria en el proceso artístico de Sorolla. La dedicación obsesiva que el pintor mostraba al capturar los detalles de la luz y la atmósfera en sus obras es comparable al impulso perfeccionista que, si bien puede llevar a la procrastinación, se traduce en obras de calidad inigualable. En Jardín (casa del artista), pintado en los últimos años de su vida, se aprecia una meticulosa representación del entorno cotidiano del artista, donde cada maceta y planta revela la obsesión de Sorolla por la exactitud y la belleza.
Sensibilidad a los estímulos y búsqueda de refugio
Las personas inteligentes suelen tener una sensibilidad especial a los estímulos, prefiriendo ambientes tranquilos para trabajar. Sorolla no fue una excepción. Su jardín en Madrid, donde creó Jardín (casa del artista), no solo era un espacio de reunión familiar, sino también su refugio, un lugar donde podía encontrar la paz necesaria para concentrarse en su obra. Esta sensibilidad, que podía convertir a Sorolla en un solitario en busca de aislamiento, le permitió captar la luz y la atmósfera con una profundidad que pocos artistas han logrado igualar.
Obsesión por el aprendizaje y el estudio continuo
Al igual que muchas personas con un alto nivel intelectual, Sorolla mostró una curiosidad insaciable. Su dedicación a captar la esencia de cada paisaje y retrato refleja esta obsesión por el aprendizaje, visible en su capacidad de abordar una variedad de temas, desde retratos íntimos como el Retrato del Dr. Francisco Rodríguez Sandoval, hasta paisajes monumentales como Vista de Plasencia. Su proceso creativo incluía la observación y el estudio meticuloso, factores esenciales en su habilidad para captar y representar la esencia de su tiempo.
Introspección y aislamiento creativo
El arte de Sorolla revela un profundo nivel de introspección, característica que comparte con muchos genios de la historia. Aunque era un hombre sociable, su jardín y su estudio eran espacios donde encontraba el aislamiento necesario para procesar sus pensamientos y emociones, lo que le permitía alcanzar la claridad creativa. Este aislamiento voluntario y el tiempo dedicado a la introspección son cruciales para muchos intelectuales y artistas, y en el caso de Sorolla, se manifiestan en la profundidad emocional de sus obras.
El legado de la genialidad: entre manías y virtudes
El reciente esfuerzo del Ministerio de Cultura por ampliar el acervo de Sorolla, especialmente en el centenario de su muerte, no solo preserva la riqueza estética de su obra, sino también su compleja personalidad. Como muchos genios, Sorolla encarna el perfeccionismo, la sensibilidad y la introspección que, si bien pueden parecer manías, son la base de un legado que continúa fascinando a generaciones.
Estas obras nos recuerdan que, en el caso de Sorolla y de muchas otras personas creativas e inteligentes, lo que podría considerarse una excentricidad o manía no es más que el reflejo de una mente compleja y visionaria. Así, las aparentes “manías de las personas inteligentes” no solo forman parte de su proceso creativo, sino que se convierten en el motor que impulsa su arte y su legado.
por Rosa Amor del Olmo
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