En una era donde las noticias negativas y las necrológicas dominan los programas de televisión y los medios de comunicación, surge una pregunta fundamental: ¿Beneficia este tipo de contenido a la sociedad? Desde el ABC hasta El Caso, la tradición de reportar sucesos escabrosos es larga y persistente. Sin embargo, es crucial cuestionar si tales noticias aportan algo positivo, especialmente a grupos vulnerables como los hospitalizados, los mayores, o aquellos que simplemente buscan entretenimiento o información.
La prevalencia de noticias negativas puede tener un impacto profundo y perjudicial en nuestra psicología y bienestar general. Rolf Dobelli, doctor en filosofía económica y autor entre otros del libro El arte de pensar, argumenta que el consumo constante de noticias actúa como el azúcar para el cuerpo: placentero a corto plazo, pero dañino a largo plazo. Este consumo incesante puede distorsionar nuestra percepción de la realidad, haciéndonos creer que vivimos en un mundo mucho más peligroso de lo que realmente es.
La exposición continua a relatos de desastres, muertes y crisis no solo cultiva una visión distorsionada del mundo, sino que también alimenta el miedo, la ansiedad y puede llevar al desgaste emocional. Este bombardeo informativo perpetúa un ciclo de pesimismo y desesperanza, factores que no contribuyen a una sociedad saludable ni resiliente. Ya sucedió en su momento con la pandemia.
Además, este enfoque en la negatividad socava la capacidad de los individuos para participar activamente en su comunidad y enfrentar los desafíos de manera constructiva. Cuando los medios se concentran desproporcionadamente en las malas noticias, pueden inhibir nuestra capacidad para ver y buscar soluciones, centrando toda la atención en los problemas sin ofrecer un contexto más amplio o explorar potenciales soluciones.
Por otro lado, la programación televisiva podría enriquecerse significativamente con contenidos que promuevan la cultura y el aprendizaje. Imaginemos programas matutinos que no solo informen, sino que eduquen, explorando temas como la literatura, la música, las artes y las ciencias. Esto no solo diversificaría el contenido que consumimos diariamente, sino que también proporcionaría a la audiencia herramientas para entender y apreciar mejor el mundo en su complejidad y belleza.
La pregunta de si necesitamos estar constantemente informados sobre cada detalle negativo a nivel global es más relevante que nunca. En una era de información ilimitada, es vital aprender a seleccionar y dosificar lo que consumimos, priorizando aquello que nos enriquece y empodera. Los medios tienen la responsabilidad de equilibrar sus narrativas, ofreciendo no solo reportajes sobre los desafíos que enfrentamos, sino también celebrando los avances, las bellezas y las posibilidades que abundan.
Rancho aparte, son los programas de “cotilleo” terribles, gentes pagadas para que vayan a islas a pasar hambre, personajes que emergen de un día para otro y que resultan ser famosos. Cuentan sus intimidades, viven de la barbarie emocional y dialéctica más chabacana. No es nada nuevo, lo que resulta novedoso es que la gente aguante con unas dinámicas reiterativas y cansinas sin que haya un plantón ante esta afrenta a los hogares y familias. Sucede que nadie (agencias de prensa) te publican nada de cultura, aunque les envíes doscientas notas de prensa y resulta que un loco ha descuartizado a su madre y ahí está ocupando toda la realidad periodística. ¿Qué sucede? Mucho me temo que los periodistas bien pagados que están en estos medios y otros “tertulianos” sin formación alguna, no sabrían evaluar ni un libro, ni a un cantante, ni a una orquesta que presenta tal versión de, por ejemplo, Beethoven, ni comentar una exposición, una ópera, ni una novedad educativa, ni nada. Sin embargo, todos pueden hablar de los vestiditos de la reina y de las vidas de cualquier mindundi que aparece por la razón que sea, que no sabemos cuál.
Cuando vivo en Francia -como es el caso- más tiempo que en España, lo siento, pero lo paso fatal. Las comparaciones son horrendas pero es que hay tanta diferencia a este respecto…Mientras que las noticias sigan siendo una parte esencial de nuestra sociedad, es imperativo reconsiderar cómo y qué tipo de noticias consumimos. Al fomentar un enfoque más equilibrado y educativo, los medios de comunicación no solo pueden informar sino también inspirar y motivar a la sociedad hacia un futuro más prometedor y menos temeroso. Parece que estamos en sus manos y eso es muy triste.
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