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La vacuidad, el individuo y el ser social

Por Andrés Cascio*

«La soledad no es solo la ausencia de personas.

Es la ausencia de propósito, la ausencia de significado.

Cuando te encuentras en un mundo donde todo parece extraño y distante, donde cada conexión es superficial, y cada intento de entender se encuentra con indiferencia, te das cuenta de que la verdadera soledad no es estar solo, sino sentirse solo en un mundo que ya no tiene sentido”

Haruki Murakami

En las convulsas, atormentadas y compungidas sociedades actuales, concebidas globalmente, crece descontroladamente el sentimiento de vacuidad, un vacío existencial, que se hace materia consustancial y se integra en las grandes masas, en la sociedad. El ser humano se siente solo y busca en el colectivo cobijarse y probablemente encontrar una identidad, que no encuentra en sí mismo.

Es evidente que la personalidad, más bien el comportamiento y sus manifestaciones caracterológicas no responde al mismo patrón si, describimos los perfiles individuales, que, si la observamos colectivamente en el ser humano social, integrado en conjunto, en ellos experimenta una dimensión diferente.

Pero ¿qué es el sentimiento de vacío? es desolador, imposible de calmar o llenar, nunca se va, me anula, no siento ni padezco, es como que no existo, es un agujero que lo ocupa todo. Suele también describirse como una sensación de hastío generalizada. La persona siente distanciamiento o aislamiento social y apatía. Normalmente se suele tener la sensación de no poder sentir felicidad en un futuro, es decir, falta de esperanza.

Existe el riesgo de tratar de compensar este vacío llenándolo con conductas y comportamientos que no son saludables o adaptativos, como el consumo de alcohol, drogas, atracones… sobre todo cuando esa sensación es muy intensa; sin embargo, no es ni mucho menos ocasional, cuando busca refugio en colectivos distintos, anti sistemas, sectarios, regresivos, incrédulos o negacionistas, en grupos apelotonados en la disconformidad, en la insatisfacción, el individualismo y en el desaliento.[i]

Aunque el individualismo surge con el desarrollo del Estado liberal, pues este promovió la autonomía e independencia ciudadana, la intensificación del primero afecta negativamente al desenvolvimiento político-democrático. Alexis de Tocqueville (1805-1859) fue quien mejor y más pronto supo ver este problema político:

“El individualismo es un sentimiento reflexivo y apacible que induce a cada ciudadano a aislarse de la masa de sus semejantes y a mantenerse aparte con su familia y sus amigos (…) El egoísmo seca la fuente de las virtudes; el individualismo, al principio, sólo ciega la de las virtudes públicas; pero a la larga ataca y destruye todas las otras, y acaba encerrándose en el egoísmo (…) El individualismo es propio de las democracias, y amenaza con desarrollarse a medida que las condiciones se igualen”.

Sin embargo, una gran cantidad de individuos inmersos en el individualismo, se funden, o se diluyen trufados en el todo de las grandes masas y vivencias, así ese individuo puede definir su identidad, sentirse parte de un todo, que actúa como mecanismo de defensa para intentar huir del vacío y la soledad, a la que se siente abocado.

La crisis o necesidad de cambio frente a la sensación de vacuidad es en esos momentos de la edad adulta un emergente a solucionar. Se relaciona con la espiritualidad, una espiritualidad laica, que intenta buscar la esencia de uno mismo, la búsqueda del sentido de la vida y el significado que los logros conseguidos dotan a la vida de la persona, o al menos eso es lo que constituye la reflexión revisionista de la vida hasta ese momento; la paz de la coherencia interna. Por otro lado, el proceso de estancamiento y sinsentido sucumbe con la sensación de vacío, miedo, ansiedad y tristeza.[ii]

Por otra parte, los jóvenes se aíslan socialmente, escondidos entre perfiles de las redes sociales, el 98,9% de los adolescentes tiene una cuenta en Instagram, TikTok o X que usa a diario y donde su perfil digital está en constante cambio para adaptarse a un mundo ‘online’ impredecible y efímero y a esto habría que añadirle el natural complejo de identidad en la adolescencia.

Pero en este mundo virtual, nada es verdad, ni es mentira, parafraseando a Calderón, por consiguiente, es fácil caer en concepciones absurdas y sobre todo en el descreimiento y eso conduce sin lugar a dudas, a una búsqueda de algo, pero también de paz y placer y a descubrir cual es su lugar en el mundo. Todo ello conduce a que no pocos abracen y se integren en colectivos de la nueva ultraderecha populista, al anarcocapitalismo, o a la adoración de ídolos de barros, extraídos del mundo de la ficción, del deporte o mesías de la política.

Un peligroso acercamiento a algunas doctrinas que supuestamente aportan tranquilidad, equilibrio, bienestar, pero en realidad sirven para encubrir la vacuidad.

El desarrollo social y el desarrollo de la personalidad se conciben en la actualidad como que son dos caras de la misma moneda. La “sociabilidad” es un rasgo de la persona que se construye y se desarrolla a lo largo de toda la vida. A través del proceso de socialización, los niños, jóvenes y adultos adquirimos creencias, valores y conductas que varían en función de su adecuación a contextos culturales específicos[iii].

Lo que sin lugar a duda va a constituir las columnas sostenedoras de nuestra personalidad, pero que a la vez estructuran una personalidad social, de adaptación al medio, y en tal sentido, la multiculturalidad, una sociedad abierta y desde luego la sociedad del conocimiento aportan valor. Sin embargo, es absolutamente indispensable aprender a pensar libremente, tratando de apartar la basura cognitiva, de tomar distancia de las concepciones dogmáticas, de los cantos de sirenas y con la fuerza necesaria para abrazar el conocimiento que nos conduzca a una reflexión profunda, un acercamiento a una verdad propia, que dé sentido a la vida.

Uno de los factores de importancia, es la necesidad de una escucha activa, en los diferentes círculos del conocimiento y de la sociedad, desarrollar la capacidad de intentar comprender a los diferentes, desde una óptica lo más higiénica posible y a la vez intentar diversificar los intereses, una persona no puede hacer que lo primordial, sea una única  apuesta en la vida, la familia, el futbol, el culto al cuerpo, la diversión y el placer, etc. existen una indefinida cantidad de situaciones que nos pueden enriquecer, conocimientos que nos pueden satisfacer, habilidades que podemos desarrollar, los denominados hobbies que pueden servir para mi mejora personal. Lo importante es la búsqueda continua y el caminar hacia adelante inmerso en una diversificación, que conduzca a mi propia estructuración interior.

La integración en las grandes masas suele herir, cuando no destruir aquello que en realidad buscamos, mi propia identidad, ¿A dónde vamos?, ¿quiénes somos? y ¿Por qué?

La respuesta se encuentra en el librepensamiento, el autoanálisis y la búsqueda incesante de conocimiento; en cualquier caso, el cambio es lo único constante en la vida, (Heráclito). El atreverse a ser y saber, es el reto de la vida desde que nacemos.

«La vida sin examen no merece ser vivida»

Sócrates

En cualquier caso, la educación es la herramienta para el perfeccionamiento, pero también lo es para la construcción de uno mismo, para alejarse de la vacuidad y aprender a vivir con uno mismo, lo que no solo me distancia de la soledad, sino que me define como un todo.

“La educación es el desarrollo en el hombre de toda

la perfección de que su naturaleza es capaz.”

I. Kant.

*Andrés Cascio, Doctor, Psicólogo Clínico y Social, Conferenciante. Librepensador, Escritor y articulista Profesor retirado de la Universidad de Barcelona, experto en vinculación académica internacional, ha sido experto internacional y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. Director de Proyectos de UNICEF (Panamá)1976 y experto en proyectos del Fondo Social Europeo. España. 1990. Profesor invitado de distintas Universidades y Escuelas de Negocios de España y América Latina. Fundador del Club de Opinión Liber Cogitatio, en las Comarques Gironines, redactor de Suum Cuique Ius, revista del SCME.


[i] José-Francisco Jiménez-DíazUniversidad Pablo de Olavide

[ii] Complejo de vacuidad · BVG Psicología

[iii] Manuel Riesco González

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