
por Rosa Amor del Olmo
Un texto se define como cualquier discurso que se ha fijado por escrito, lo que permite que este discurso se conserve y esté disponible para la memoria individual y colectiva. La escritura fija el conocimiento humano sobre sí mismo, los demás y el mundo. Además, la organización de símbolos en una alineación permite una traducción analítica y distintiva de todos los rasgos sucesivos y discretos del lenguaje, aumentando así su eficacia. En esencia, un texto permite organizar la percepción humana en una serie de símbolos que se pueden comunicar fácilmente.
Paul Ricoeur, en su teoría que se orienta más hacia la narrativa, identifica características que permiten comprender y producir textos. Aunque se aplica especialmente a la narrativa, estos elementos son fundamentales en cualquier texto debido a que responden a los ejes estructurales de su construcción. Uno de estos ejes es el tiempo, considerado por Ricoeur como la estructura de la existencia que permea el lenguaje en forma de narración. El tiempo es vital porque sobre él se construye el discurso de un texto, y entender un texto implica comprender las acciones que ocurren en el tiempo.
Ricoeur destaca que el tiempo no solo es el marco en el que ocurren los hechos, sino que también es percibido subjetivamente según cómo una persona relata estos hechos. Esta percepción subjetiva se refleja en el lenguaje a través de expresiones como “tener tiempo para”, “desperdiciar tiempo”, y otras, que muestran cómo el lenguaje está equipado con una rica variedad de expresiones para referirse al tiempo.
El espacio, como el tiempo, es indispensable para relatar cualquier experiencia humana. Los escritores y lectores comparten un espacio, real o imaginario, que influencia su visión de la realidad. Este espacio establece un campo simbólico de comunicación entre escritor y lector, donde la obra literaria abre un espacio de diálogo entre ambos. Existen diferentes tipos de espacios en la literatura, como el espacio mítico, que remonta a los orígenes de la humanidad y opera fuera del tiempo histórico, o el espacio real, que puede ser retratado de manera que remita a un lugar existente y es típico de la literatura realista.
Finalmente, el cronotopo, un término acuñado por Mijaíl Bajtín, une el tiempo y el espacio en una sola entidad que se manifiesta en la literatura. Este cronotopo es fundamental para los géneros literarios, ya que cada género puede estar asociado con un cronotopo particular. Además, el cronotopo refleja la imagen del ser humano en la literatura, mostrando cómo el autor percibe la naturaleza humana en función del tiempo y el espacio de su narrativa. En definitiva, tanto el tiempo como el espacio son esenciales para la comprensión y producción de textos, y su interacción dentro de un cronotopo específico proporciona un marco integral para entender la literatura.
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