Eduardo Montagut
El término “bereber” procede del latín barbarus y los árabes lo adaptaron para designar a los habitantes nativos del Magreb cuando llegaron al norte de África, dentro de su casi imparable avance conquistador. La presencia de estas poblaciones en la región se remonta a la Antigüedad, aún antes de la llegada de los fenicios que, por otro lado, influyeron en su cultura. La sociedad bereber era tribal con una forma de vida sedentaria dedicada a la agricultura, aunque, el nomadismo era una práctica muy extendida, vinculada a la trashumancia del ovino.
En la época romana la mayor parte de la región estuvo organizada bajo el reino beréber de Numidia que en el siglo I fue conquistado y convertido en una provincia imperial. La zona vivió una larga época de estabilidad, pero en el siglo IV la llegada de los vándalos provocó el colapso de la administración romana y la decadencia de la influencia cultural romana frente al auge de las tradiciones bereberes. Surgieron varios reinos enfrentados entre sí hasta la llegada de los árabes que unificaron la región. La expansión árabe fue muy rápida y los bereberes se incorporaron a la conquista del reino visigodo en la península Ibérica.
Aunque es innegable la fuerza de la ocupación árabe del Magreb, la conversión al Islam y la asimilación de la nueva cultura por parte de los bereberes no fue un proceso en el que no se presentaran una serie de peculiaridades. Aunque los bereberes se convirtieron al Islam sin grandes problemas o traumas, muy pronto surgieron herejías y aparecieron el shiísmo y el jariyismo, frente a la ortodoxia sunní, imperante en el califato de Damasco, provocando serios conflictos.
La asimilación cultural fue muy evidente entre las élites bereberes, habida cuenta del prestigio social que eso conllevaba. Muchos linajes bereberes entroncaron o entraron en las redes clientelares de las familias árabes y adoptaron sus nombres y costumbres. La arabización fue más potente en las ciudades, especialmente, en las de nueva creación. Como, por otro lado, no se podía traducir el Corán, la arabización lingüística se dio con facilidad, pero el contacto con las lenguas autóctonas provocó que el árabe de la zona sufriera importantes transformaciones. En las zonas montañosas y aisladas se mantuvieron las lenguas vernáculas y las costumbres propias.
En Al-Andalus protagonizaron enfrentamientos contra la minoría árabe dirigente porque fueron apartados de los puestos dirigentes y recibieron los peores lotes de tierra. Con el tiempo fueron adquiriendo más importancia y poder, especialmente en el ejército.
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