En la sociedad española tan fragmentada, la felicidad no existe, se ha desvanecido toda la verdad, no existe verdad. A los políticos no les preocupa en absoluto la población, ya sé que esto no es inédito, pero es tan evidente el enfoque y la desprotección en la que dejan a su pueblo que se asemeja a la planificación de una debacle. Ya no estamos preparados para eso.
En las páginas de «Los Miserables», Victor Hugo expresó la angustia y el desamparo de los más indefensos, un eco literario que impacta con dolor en la situación presente de España. La reciente información de que las pensiones de los retirados no se incrementarán este año evidencia este desamparo, un escenario que se anticipa dejará a numerosos ancianos lidiando con graves problemas económicos.
«Los Miserables» narra la historia de individuos atrapados en las garras de la pobreza y la indiferencia social, un asunto que, desafortunadamente, no se restringe a la literatura. En España, los retirados, tras una larga trayectoria laboral, se encuentran con la perspectiva de observar cómo su poder de compra se debilita, mientras el costo de vida sigue en aumento. No solo se trata de economía, sino también de equidad social y humanidad. La elección de no incrementar las pensiones ocurre en un escenario de inflación en aumento y una crisis financiera que continúa devorando los bolsillos de los habitantes más vulnerables. Los retirados, muchos de los cuales solo dependen de su pensión para subsistir, están especialmente expuestos a la posibilidad de caer en la pobreza. Esto nos lleva a cuestionarnos: ¿realmente ha avanzado nuestra sociedad desde el París del siglo XIX que Hugo retrató? Claro que no, podemos sentirlo, cada día de nuestra vida. ¡No importamos a nadie!
El gobierno y la sociedad1 necesitan hacer una profunda reflexión acerca de las prioridades y el rumbo que estamos siguiendo. En «Los Miserables», los personajes que luchan contra la adversidad exhiben una resistencia emotiva, pero también una urgencia de compasión y asistencia que frecuentemente no se encuentra. Esta obra no solo representa su época, sino también una alerta constante acerca de la importancia de salvaguardar a los más vulnerables entre nosotros.
La ausencia de aumento en las pensiones no es meramente una cifra en un papel; es una elección que puede poner a numerosos ancianos al borde de sus posibilidades económicas, forzándoles a seleccionar entre necesidades fundamentales como comida, medicamentos o calefacción. Este es un acto que ninguna sociedad equitativa debería tolerar.
Es momento de que reconsideremos la manera en que tratamos a nuestros ancianos. Como nos muestra «Los Miserables», la literatura no solo es un reflejo de la sociedad, sino también un faro que ilumina las rutas que podemos emprender hacia la transformación o el remordimiento. Como la Francia de Víctor Hugo, España posee la posibilidad de garantizar que sus ancianos no sean abandonados, condenados a una vida de pobreza en sus etapas más vulnerables. Hace falta el grito de protesta, ante unos políticos que son en el sentido más connotativo: ¡miserables de ética y espíritu!
Como colectividad, tenemos la obligación de cuestionarnos si aspiramos a ser los personajes principales de una historia de desamparo y desesperanza, o si optaremos por redactar un capítulo distinto, en el que se proteja la dignidad y la seguridad de nuestros retirados como un reflejo de nuestra compasión y equidad. El porvenir está en nuestras manos, y deseo que optemos de manera inteligente, para que los ecos de «Los Miserables» en nuestras vías se transformen en distantes murmullos y no en alaridos que estremecen.
1De Bustillo, R. M., De Pedraza, P., Antón, J. I., & Rivas, L. A. (2011). Vida laboral y pensiones de jubilación en España: simulación de los efectos de una reforma paramétrica. Revista Internacional De Seguridad Social, 64(1), 83–105. https://doi.org/10.1111/j.1752-1734.2010.01385.x
Descubre más desde Isidora Cultural
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.