Prólogo de Juan Carlos Mestre. Epílogo de Manuel Martínez Forega.
Por David Lorenzo Cardiel
“Sopla un cierzo sin fronteras/ cubierto de verdades,/ el otoño es el punto de encuentro/ la luz oscurece lo encendido/ y nuevos latifundios abren/ el “impulso oscuro”/ -Nietzsche lo dijo-.// Hay que galopar hacia lo sordo/ pues allí está lo primigenio:/ ser destino y epitafio/ da sentido a la metáfora del Ser./”.
Adentrarse en Silencio: habla la soledad es hacerlo en un libro contundente, casi iniciático, de los que dejan huella. Y es que su autor, el reconocido poeta Luis Ángel Marín, regresa al escaparate literario ofreciendo a los lectores un poemario cargado de la reflexión y de búsqueda de la belleza en la palabra que caracterizan su obra.
Silencio: habla la soledad invita al lector a adentrarse en el cosmos poético y filosófico del autor. En este caso, explorando la soledad lejos del lamento y de la oportunidad perdida. Marín se aísla deliberadamente del mundo real exterior a sus pensamientos y sentimientos para buscar lo universal. A partir de ese estado que, elegido o impuesto, se convierte en aceptado, el poeta construye un lenguaje propio dando voz a la Soledad, que es elevada a la condición de entidad desde el primigenio imperativo con que se le exige silencio al lector desde el título para que pueda escuchar su voz susurrante, casi brisa, entelequia. Una ausencia de la palabra humana que comienza, precisamente, con unos versos largos, casi prosa, en los que se percibe la fragilidad de la persona en la duda y en el deseo que a todos nos encarna: “No soy amigo de la hoguera cubierta de satén, ni de estar colgado/ del trigo de los árboles […]”.
Destaca la sorprendente combinación de elementos del mundo natural con personajes y circunstancias muy de nuestro tiempo. Por ejemplo, por los poemas pululan Ingrid Bergman, Louis Armstrong o referencias más literatas como Anna Ajmátova y Friedrich Nietzsche, que se asoman como personajes difuminados sobre el fondo de un lienzo, alejados de la verdadera escena que es iluminado por la lírica. ¿Y qué es aquello que nos señala Marín, sino la búsqueda de la esencia humana desde la vitalidad, la ilusión en el devenir, el calor del presente? Sorprende, en una época dominada por la prisa como lo es la nuestra encontrarse con un libro en el que tan rápido el lector se sumerge no se desea alcanzar su final. La elegancia del autor es otro aspecto destacable: no se extravía en los vericuetos de descripciones farragosas ni en símbolos indescifrables; tampoco despliega su destreza literaria de un modo fortuito. Cada letra y cada espacio de Silencio: habla la soledad está diseñado para deleitar al lector y plantearle una búsqueda ontológica y antológica que nos devuelve la esperanza de que la alta literatura, la poesía con mayúsculas, sigue revelándose encarnada en la humildad del papel y de la tinta.
Ediciones Plutonio acoge esta obra maestra, prologada y epilogada por los también poetas Juan Carlos Mestre y Manuel Martínez Forega que, estoy seguro, les apasionará con gran entusiasmo y placer lector.
Plutonio. Madrid, 2021.
-LIENZO—–
Era una tarde intrascendente
sentado sobre mi mismo
escuchaba el pasado
no todas las cosas eran ciertas
el tiempo a veces nos confunde.
Pensaba en la ciudad
desposada por el alma,
el latido
auscultante en el espejo,
y en esa huida
a los carasoles humeantes.
En realidad nada
de lo que cuentan los silfos
cuando la oscuridad
es una ofrenda adolescente
y el presagio eres tú.
Del poemario. Silencio: Habla la Soledad.
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