Víctor Rabasco García, Profesor e investigador en arte islámico, Universidad de León
Hasta hace solo unas décadas las mujeres de al-Andalus ocupaban posiciones secundarias dentro de los estudios históricos. De este modo, la información que se tenía de ellas a menudo resultaba parcial y habitualmente romantizada, dada la fuerte impronta orientalista heredada desde el siglo XIX. Desde hace unos años, trabajos metodológicamente más actualizados han convertido en protagonistas de sus estudios a algunas mujeres andalusíes, permitiendo recuperar su importancia histórica con una mayor objetividad.
De entre todas ellas, destaca Ṣubḥ, no solo por la relevante posición que tuvo durante parte de su vida, sino por ser la receptora de algunas de las obras artísticas más refinadas que se produjeron en la Córdoba andalusí. Después de todo, hablamos de la figura histórica de una mujer que pasó del más absoluto anonimato a asumir el poder califal.
Quién era Ṣubḥ
Se desconoce por completo cuándo y dónde nació Ṣubḥ. Su nisba –al-Baškunsīya–, que en la onomástica árabe indica la procedencia familiar o geográfica, sitúa su origen en el norte de la península Ibérica. Sin embargo, este no será el único atributo que la defina durante su vida, ya que serán precisamente estos apelativos –como la kunya, o tecnónimo– los que permitirán advertir su notable ascenso social.
La primera noticia que se tiene de ella es del año 962, momento en el que da a luz a ‘Abd al-Raḥman, primogénito y sucesor de al-Ḥakam II, segundo califa omeya de Córdoba. Es entonces cuando Ṣubḥ cambia su estatus social y pasa de ser una esclava más del califa (ŷāriya, esclava doméstica que tenía el doble objetivo de reproducirse y proporcionar todo tipo de placeres) a ser la madre y mujer favorita (umm walad y ḥaẓiya).
Estas nuevas denominaciones no solo conllevaban un cambio de su jerarquía dentro del harén –entendido como la zona reservada del alcázar cordobés en la que vivían las mujeres–, sino que además eran utilizadas a modo de titulatura por las fuentes a la hora de hacer pública su persona.
También se puede observar cómo importantes obras de la historia del arte andalusí la definían dentro del propio harén. Por ejemplo, en una de las piezas más sofisticadas del arte califal hecha de marfil, el llamado bote de Zamora, se alude a Ṣubḥ como al-sayyida umm ‘Abd al-Raḥman –la señora madre de ‘Abd al-Raḥman–.
Este tipo de referencias eran habituales en las inscripciones de la época, pues en las pequeñas arquetas de Fitero y del Instituto Valencia de Don Juan manufacturadas apenas dos años más tarde que el anterior bote, se alude a walāda –progenitora–. Aunque hay discrepancias entre la comunidad científica sobre quién podría tratarse en estos últimos casos, resulta bastante probable que la destinataria de estos objetos fuera Ṣubḥ.
En cualquier caso, lo cierto es que la posesión de este tipo de excepcionales piezas de marfil indica que Ṣubḥ era una de las personas más importantes de la vida privada del califa.
Cambia la nomenclatura y también el papel de Ṣubḥ
Tras la prematura muerte de su primogénito en el año 969/70, su kunya se transforma y Subh pasa a denominarse umm Hišām en honor a su segundo hijo con el califa –el que sería el heredero– e, incluso, al-sayyida al-kubrà –gran señora–. Testimonio de ello es una inscripción conservada en Écija, en la cual se conmemora la construcción de una fuente por parte de Ṣubḥ, gracias a la cual se evidencia también su papel como promotora de obras públicas.
Ha de entenderse, por lo tanto, que nuestra protagonista fue adquiriendo un peso cada vez más notable en la órbita del poder, ya que sus títulos fueron evolucionando desde una denominación colectiva –por ejemplo ŷāriya– a otros específicos e individuales –como al-sayyida al-kubrà–.
Al mismo tiempo, estas mismas nomenclaturas ocultaban la identidad de Ṣubḥ, pues su función era poner de manifiesto su categoría social a través de su vínculo con el poder: primero como madre de ‘Abd al-Raḥman y luego de Hišām. Así se hacía evidente que su papel en la corte de Córdoba era el de perpetuar la dinastía omeya.
Sin embargo, lo realmente destacable de este hecho histórico es que Ṣubḥ fue apreciada en su momento y destacada para los cronistas andalusíes, ya que si una mujer aparecía en las crónicas árabes era porque había tenido un papel sumamente notable en el ámbito político, cultural o religioso. Ṣubḥ lo tuvo.
De este modo, su posición preeminente en el ámbito cortesano y su incansable lucha por la consolidación de su hijo en el poder (recogidas sobre todo en el Kitāb al-bayān al-mugrib de Ibn ‘Iḏārī, Al-ḏajīra de Ibn Bassām y el Ḏikr bilād al-Andalus) la llevaron a tener un papel activo y destacado en la política de uno de los estados más poderosos que existían entonces en el Mediterráneo.
Sirvan las presentes líneas como un breve acercamiento y reconocimiento a la que se convirtió por sí misma en una de las mujeres más trascendentales en la historia de al-Andalus, hecho que conocemos gracias a las referencias inscritas en algunos de los objetos artísticos más bellos del momento.
Este artículo ha sido publicado en The Conversation
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