Rosa Amor del Olmo es poeta. Filósofa, filóloga y psicóloga. Pero sobre todo, escritora. Y principalmente del género versal, aunque no tengo muy claro que ella poemice a la manera tradicional del serventesio y la cuarteta.
Dirán de ella que versifica en corto y extenso; concepto y carcasa, contenido y estructura. Difícil rastrear rimas, sí ritmo, una melodía léxica y lírica de alto nivel, de extremos y síncopas, encabalgamientos levemente abruptos…líneas y frases contundentes, íntimas, muy suyas y muy de todos.
“Eterno”, “Hijos que no sois míos”, “Cenizas sin papel”, “Hórridas huestes”… Nos tienta con un impresionante juego de espejos, nos pone a prueba y gana ella siempre con el dominio poderoso y contundente de los entresijos de la poesía más actual, más contemporánea.
Avezada poeta, en esta ocasión riza el rizo y publica Obra poética, todo un poemario, recopilación de gran parte de su poesía anterior e introduciendo mucha novedad: el pasado viernes 25 de marzo su puesta de largo, una presentación a lo grande en el Ateneo de Madrid gracias a Isidora Ediciones. Acompañada por Francisco Castañón de Entreletras, y otras personalidades que glosaron el libro.
“Muralla ante el mar”, “Corazón calcinado”, “Sin causa”, “Memorial del campo”… Profunda pensadora, rigurosa estudiosa y hacedora de la palabra, no deja títere con cabeza y despieza el sentimiento, los afectos y disecciona el universo con la precisión de una tejedora de sueños. Abundan imágenes llenas de ilusión, comparaciones imposibles y un léxico rupturista.
Sorprende una y otra vez con la esencia clásica del apasionamiento áureo, la convulsión decimonónica presente, siempre. Mezcla y compone temas conocidos y los tamiza a través de un sesgo inquietante y moderno. Reposada lectura, tiempo dedicado a los entresijos de un lenguaje manejado con una maestría de maestra impenitente; cuidadosa y esmerada, siempre agrada y pide algo a su lector: implicación o desapego, proximidad y atención, interés y atracción…deseo en definitiva por leer y seguir leyendo.
“No quiso el zahorí hablar”, “Nombre de apariencia”, Noria de mundo”… El archisabido “aprender y disfrutar” de la ilustración dieciochesca en la obra de Rosa Amor se plasma con magia poética y al unísono. Góngora afirmaba y defendía “la labor de laboratorio” en sus composiciones y nuestra autora recoge el guante del culteranismo y lo transforma en quiebros de nuevo cuño. Este libro que hoy destacamos es una maravilla: se lee a gusto, plácidamente y con ganas, escuchando la estética, percibiendo sabiduría y afecto.
Es un viaje de tantos que nos ha contado su poeta hacia el interior y el exterior, una invitación a quitarnos las orejeras, a sentir y compadecer, a acompañarla en sus risas y en el dolor vital; a compartir identidades y distingos, a explorar rincones adormecidos y música diaria. Se trata, en definitiva, de un libro, que son muchos, un volumen de una elegante presentación cuyas páginas pasarán pronto a formar parte de la vida del lector.
Gracias a la habilidad lírica de Rosa Amor del Olmo y a su voz poética, adivinamos otras ideas y pensamientos corales expresados de manera inigualable. Espíritu y cuerpo, dualidad en armonía. Caverna nocturna y tránsito luminoso.
Obra poética constituye un espaldarazo a la poesía más actual que realza meritoriamente el panorama de la lírica.
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