Eirini Karamouzi, University of Sheffield y Luc-André Brunet, The Open University
El premio Nobel de la Paz 2024 ha sido concedido a Nihon Hidankyo, una organización japonesa creada por supervivientes de las dos bombas atómicas estadounidenses lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945.
El comité noruego del Nobel reconoció a la organización “por sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar a través del testimonio de testigos que las armas nucleares nunca deben volver a utilizarse”.
El debate sobre los bombardeos, en los que murieron más de 100 000 japoneses, fue en gran medida un tabú en la inmediata posguerra. Esto se debió, en parte, a la censura de prensa estadounidense en el Japón ocupado.
Pero, en 1954, una prueba de armas nucleares estadounidense en el atolón Bikini, en el océano Pacífico, produjo una lluvia radiactiva tan extensa que afectó a un barco pesquero japonés, el Lucky Dragon, causando una muerte por envenenamiento radiactivo.
El incidente del Lucky Dragon hizo que muchos de los supervivientes de la bomba atómica, conocidos como los hibakusha, hablaran de sus experiencias. En este contexto se creó Nihon Hidankyo en 1956.
Desde entonces, los hibakusha han desempeñado un papel inconmensurable en el activismo contra las armas nucleares en todo el mundo. Su testimonio, según el comité del Nobel, ha “contribuido a generar y consolidar una oposición generalizada a las armas nucleares en todo el mundo”.
En 1975, por ejemplo, un grupo de hibakusha, entre los que se encontraba Setsuko Thurlow, miembro de Nihon Hidankyo y reconocida activista mundial contra las armas nucleares, organizó una exposición sobre los bombardeos atómicos en la biblioteca pública de Toronto.
Esto ayudó a desencadenar el desarrollo de un importante movimiento antinuclear en Canadá. A principios de la década de 1980, decenas de miles de canadienses se manifestaban regularmente contra el apoyo de su Gobierno a las armas nucleares estadounidenses.
Más tarde, en 1984, otro superviviente del bombardeo de Hiroshima, Takashi Morita, cofundó una organización hibakusha con sede en São Paulo para compartir sus historias y sensibilizar a la opinión pública brasileña sobre las devastadoras consecuencias de las armas nucleares.
La creciente concienciación sobre las experiencias de los hibakusha a lo largo de la década de 1980 inspiró a los europeos a protestar contra el despliegue de nuevos misiles nucleares en sus países. La frase “¡no a Euroshima!” se convirtió en un eslogan popular para el movimiento pacifista europeo.
Los esfuerzos de Nihon Hidankyo se han centrado no sólo en compartir las experiencias de los hibakusha, sino también en utilizarlas para conseguir apoyo para la abolición de las armas nucleares en todo el mundo.
La organización ha sido un defensor clave del tratado sobre la prohibición de armas nucleares de la ONU. Este tratado, que entró en vigor en 2017 y ha sido firmado por 94 países, prohíbe a los Estados participar en cualquier actividad relacionada con las armas nucleares.
La Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares –en la que Setsuko Thurlow es una figura destacada– fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2017 por sus esfuerzos para lograr una prohibición jurídicamente vinculante de este tipo de armas.
Aún queda trabajo por hacer
Dentro de Japón, Nihon Hidankyo ha trabajado para desafiar la posición del Gobierno sobre las armas nucleares. El Gobierno japonés apoya las armas nucleares estadounidenses, a pesar de los horrores presenciados en Hiroshima y Nagasaki, y depende de ellas como elemento disuasorio frente a una variedad de vecinos que también cuentan con ellas.
Los sucesivos Gobiernos japoneses han insistido en la importancia de las armas nucleares para la seguridad nacional del país. Pero sigue siendo una postura controvertida para muchos en Japón. Todos los escolares japoneses suelen visitar Hiroshima o Nagasaki para conocer las horrendas consecuencias de las armas nucleares.
La decisión de conceder el Nobel de la Paz a Nihon Hidankyo es especialmente oportuna. En 2023, las nueve potencias nucleares del mundo gastaron más de 91 000 millones de dólares (más de 83 000 millones de euros) en armas nucleares. Y desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, el presidente ruso Vladimir Putin ha amenazado en repetidas ocasiones con utilizar su arsenal nuclear.
Estos preocupantes acontecimientos fueron reconocidos por el comité del Nobel. Al conceder el premio a Nihon Hidankyo, el comité dijo que era “alarmante que hoy este tabú contra el uso de armas nucleares esté bajo presión”.
Las potencias nucleares del mundo –especialmente China y EE. UU.– están ampliando y modernizando sus arsenales. Corea del Norte sigue desarrollando su programa de armas nucleares. Y las tensiones aumentan rápidamente entre Israel, que posee armas nucleares, e Irán, casi nuclear.
Las amenazas que plantean las armas nucleares son más evidentes ahora que en cualquier otro momento desde la guerra fría. Con apenas 100 000 hibakusha vivos en la actualidad, es imperativo que escuchemos sus voces y sus advertencias.
Eirini Karamouzi, Senior Lecturer in Contemporary History, University of Sheffield y Luc-André Brunet, Senior Lecturer in Contemporary International History, The Open University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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