En las últimas décadas, Medio Oriente se ha convertido en un escenario donde la ley del talión, el principio de “ojo por ojo”, parece regir las estrategias de conflicto y respuesta, oscureciendo cualquier aspiración hacia una paz sostenible. Esta dinámica se ha exacerbado recientemente con la escalada de violencia entre Israel y varios actores estatales y no estatales de la región, incluidos Hezboláh el Líbano e Irán. Este resurgimiento del antiguo principio jurídico, aunque no formalmente codificado en las leyes modernas de la mayoría de los estados involucrados, sigue influyendo en las tácticas de represalia y las narrativas de justicia.
El origen de la ley del talión se remonta a antiguas normativas, como el Código de Hammurabi, uno de los primeros conjuntos de leyes escritas de la historia. Sin embargo, también encuentra resonancia en la Biblia, en el Antiguo Testamento. En el libro del Éxodo, se menciona: “Pero si hubiere daño, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” (Éxodo 21:23-24). En este contexto, la ley del talión tenía como objetivo limitar la venganza y establecer un criterio proporcional entre el crimen y el castigo, evitando así represalias desmesuradas y un ciclo incontrolable de violencia.
Jesús de Nazaret, en cambio, cuestionó y reformuló este principio en el Nuevo Testamento, como se narra en el Evangelio de Mateo: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:38-39). Este pasaje ofrece una perspectiva radicalmente distinta sobre la justicia, una que aboga por la reconciliación y el perdón, conceptos que, lamentablemente, han sido desoídos en el conflicto actual en Medio Oriente.
El conflicto en Medio Oriente es un caldero hirviendo de antiguas animosidades y disputas geopolíticas, donde la violencia engendra violencia en un ciclo aparentemente interminable. La reciente ofensiva terrestre de Israel en Líbano y los ataques con misiles de Irán hacia Israel son testamentos de un paradigma de guerra que favorece la reciprocidad en su forma más brutal. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha expresado su consternación por este “repugnante ciclo” que lleva a la región “directamente al abismo”, subrayando la urgencia de un alto el fuego y la necesidad de abordar las causas subyacentes del conflicto para alcanzar una solución de dos estados.
La historia está llena de ejemplos en los que el principio de la justicia retributiva, como la ley del talión, ha sido reinterpretado para ajustarse a las necesidades del momento. En el contexto medieval, el concepto se tradujo muchas veces en guerras de honor entre reinos o linajes nobles. Sin embargo, con la modernidad, figuras como Mahatma Gandhi en el siglo XX reinterpretaron este principio desde una óptica más humanitaria. Gandhi se opuso firmemente a la ley del talión afirmando: “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Esta visión subrayó la necesidad de detener la violencia retributiva para evitar la destrucción mutua.
Este retorno a las formas primitivas de justicia, reflejadas en la ley del talión, subraya un fracaso colectivo en adoptar métodos más civilizados y humanitarios de resolución de conflictos. En tiempos antiguos, la ley del talión servía como un limitante de la venganza, estableciendo una correspondencia directa entre el crimen y el castigo, pero en el contexto actual, solo perpetúa el derramamiento de sangre y el sufrimiento. Las justificaciones de las represalias se alimentan de narrativas históricas y traumas pasados, donde cada acción violenta se presenta como una respuesta necesaria a una provocación previa.
La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, un tema recurrente en los debates sobre la paz mundial aparece como un imperativo más urgente que nunca. La incapacidad del Consejo para actuar unánimemente frente a las crisis en Medio Oriente no solo revela las fisuras en la política internacional, sino que también pone de manifiesto la impotencia de los mecanismos internacionales para prevenir o al menos mitigar los conflictos. Las divisiones dentro del Consejo, exacerbadas por intereses nacionales contrapuestos y alianzas geopolíticas, impiden la implementación de resoluciones efectivas que podrían detener la espiral de violencia.
El ciclo de retaliaciones no solo socava los esfuerzos de paz, sino que también desestabiliza toda la región, afectando a millones de civiles que se encuentran atrapados en el fuego cruzado. La necesidad de un enfoque más compasivo y pragmático hacia la resolución de conflictos nunca ha sido más crítica. La comunidad internacional debe reconsiderar su enfoque hacia Medio Oriente, trascendiendo la obsoleta y bárbara ley del talión para abrazar principios de justicia restaurativa que enfaticen la reconciliación, el diálogo y la reparación en lugar de la venganza.
Finalmente, la paz duradera en Medio Oriente requerirá un compromiso sostenido y genuino de todas las partes involucradas, apoyado por una comunidad internacional que priorice la humanidad sobre la estrategia política. La ley del talión debe ser relegada al pasado, un recordatorio de lo que no debemos volver a ser. Solo entonces, la región podrá encontrar el camino hacia una coexistencia pacífica y el respeto mutuo, fundamentos indispensables para cualquier sociedad que aspire a la justicia y la paz verdaderas.
Rosa Amor del Olmo
Descubre más desde Isidora Cultural
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.