
Eduardo Montagut
Dentro de nuestro interés pedagógico hemos planteado un nuevo libro, Historia del Socialismo. Desde las primeras utopías hasta la disolución de la Segunda Internacional, en Pinolia.
Esta obra pretende estudiar el socialismo desde sus orígenes remotos o lejanos hasta su primera gran crisis con el estallido de la Gran Guerra. El socialismo constituye un conjunto de teorías y prácticas políticas y económicas que ha estado en boca de todos desde hace mucho tiempo, pero que, con el paso de los años, se ha convertido en un tópico o en un concepto muy tergiversado, lo que impide que se comprenda realmente qué fue y qué es. Esta dificultad radica en que, en principio, no se trata de una teoría y una práctica únicas, y eso lo hace más complejo. Además, esto se suma al hecho de que dicho concepto ha experimentado transformaciones a lo largo del tiempo. Finalmente, el concepto de comunismo introduce aún más problemas que dificultan su comprensión.
Sería con Marx y Engels cuando el socialismo quedó claramente definido, al reivindicar el sentido científico del mismo sobre el socialismo anterior, tanto el de los precedentes más lejanos, como el más cercano en el tiempo, que fue calificado de utópico. En principio, podemos definir el socialismo como una filosofía política, económica y social, así como una ideología que pretende la creación y el desarrollo de un sistema socioeconómico basado en la propiedad social de los medios de producción, entendida dicha propiedad como estatal, colectiva o de forma cooperativa. El socialismo implicaría una planificación y una organización colectivas.
Pero el socialismo occidental terminaría adoptando políticas que, insistiendo en la importancia del Estado, la planificación y la intervención en la economía, no formularían la expropiación total de los medios de producción. En realidad, ya en el momento final que estudiamos en este libro, con el desarrollo de los partidos socialistas, aun manteniendo el principio de la emancipación obrera como objetivo final y el discurso del establecimiento de la sociedad sin clases ni propiedad privada, los socialistas se centraron más en lo que llamaban el programa mínimo, es decir, el de las reformas sociales, económicas y políticas en favor de los desfavorecidos, pero que no suponía la expropiación revolucionaria de los medios de producción. Ahí estaría el problema que se generaría a partir de la Gran Guerra, cuando surgió, en el seno del socialismo, la alternativa comunista que sí quería llevar a sus últimas consecuencias el programa máximo, con el establecimiento de la dictadura del proletariado como supuesto periodo transitorio para alcanzar la sociedad sin clases. Sin duda, la lucha contra la desigualdad es uno de los principios más comunes y aceptados por todos los que se denominan socialistas. La desigualdad sería fruto del capitalismo, que impone una desigual distribución de la riqueza y se rige por la competitividad feroz del mercado, lo que provocaría que amplias capas de la sociedad no pudieran desarrollar proyectos de vida dignos. En este sentido, el socialismo puede ser considerado un capítulo de la historia de la civilización porque, partiendo de concepciones materialistas, destilaría un intenso humanismo.
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