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¿Existe una escuela lírica gallega?

María del Carmen Lorenzo Vizcaíno, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

En los siglos XIX y XX, los escenarios de los grandes teatros europeos, americanos e incluso africanos se pusieron en pie con la presencia de cantantes gallegas.

Mary Isaura, Ofelia Nieto, Ángeles Ottein, Matilde Vázquez, Lola Rodríguez Aragón, María Luisa Nache, Inés Rivadeneira, Josefina Cubeiro y Ángeles Gulín interpretaron los papeles femeninos de las grandes óperas italianas, francesas y alemanas, así como también del repertorio español de zarzuela y la melodía gallega.

Voces de oro gallegas por el mundo

Foto de Carolina Casanova de Cepeda.
Foto de Carolina Casanova de Cepeda. Wikimedia Commons

Para rescatar las biografías y éxitos de las primeras de las que tenemos constancia en el siglo XIX, debemos tirar de hemeroteca y bibliografías, tanto nacionales como internacionales, ya que no contamos con grabaciones para conocer sus voces ni fondos familiares que se conserven. Se trata de Benita Moreno, Cristina Villó, Carolina Casanova, Rosario Salgado, Asunción Lantes y Dorinda Rodríguez.

Las que desarrollaron su carrera en el siglo XX pueden ser localizadas por sus grabaciones, fotografías o incluso vídeos, como es el caso de Mary Isaura, Matilde Vázquez, María Luisa Nache, Inés Rivadeneira, Ángeles Gulín o Josefina Cubeiro.

Algunas de ellas se cuentan como gallegas aunque no nacieron realmente en la región pero, ya sea por sus ascendencia o por su ligazón profesional, ellas mismas se tuvieron por tal. Es el caso de las hermanas Ofelia Nieto y Ángeles Ottein, que, como se ha comprobado mediante las partidas de nacimiento, eran madrileñas. Este arraigo gallego se debe a su padre, el notario compostelano José Nieto, y posiblemente a la voluntad de venderse en América, ya que en esa época estaba plagada de gallegos emigrados que tenían morriña y recibían a las artistas que interpretaban las canciones típicas entre lágrimas.

Sucede lo mismo con la logroñesa Lola Rodríguez Aragón, que recibió sus primeras clases de canto formalmente en A Coruña y debutó en su Teatro Rosalía de Castro, ya que se había mudado a esa localidad por el trabajo de su padre.

Escuela lírica gallega

La existencia de una escuela lírica gallega es una idea que ronda las cabezas de los pensadores musicales gallegos desde finales del siglo XIX. El musicólogo Ramón de Arana ya entonces aplicaba a Galicia el pensamiento del también musicólogo catalán Felipe Pedrell expuesto en el ensayo Por nuestra música. Así, De Arana planteaba la necesidad de crear “una ópera gallega” en el sentido de tener un repertorio propio como nación en la línea de países como Italia, Francia y Alemania.

Sin embargo, no se puede concebir un repertorio propio si no hay una escuela de intérpretes especializados en él. Así, muchas de las cantantes de las que estamos hablando cultivaron el campo de la melodía gallega poniéndola al mismo nivel que otras canciones de concierto. Entendemos entonces la existencia de esta “escuela lírica gallega” con una doble vertiente: la de una técnica vocal y la de un repertorio.

El repertorio de melodías gallegas al que nos referimos se compone de canciones tanto de voz y piano como con acompañamiento orquestal. En este grupo se encuentran las famosas “Un adiós a Mariquiña” (con letra de Golpe Varela y música de Castro Chané) y “Meus amores” (con letra de Curros Enríquez y música de José Baldomir).

Muchas de las cantantes que mencionamos tuvieron un origen común: la escuela de canto de Bibiana Pérez. “La Perecita”, el apodo con el que se la conocía, se instaló en A Coruña junto con su marido, el tenor gallego Ignacio Varela, y allí impartió clases durante varias décadas hasta su muerte.

María Luisa Nache delante del cartel de la ópera Carmen en el Metropolitan Ópera de Nueva York, en donde interpretaba a Micaela.
María Luisa Nache delante del cartel de la ópera Carmen en el Metropolitan Ópera de Nueva York, en donde interpretaba a Micaela. Biblioteca Municipal de Estudios Locales de A Coruña

Cuando la voz no está bien educada, se nota un cambio de timbre al pasar de un registro a otro al cantar, es decir, entre las notas graves, medias y agudas. Sin embargo, la Perecita conseguía que esas zonas de paso se suavizasen y que prácticamente despareciesen, consiguiendo así una “igualdad de los registros”.

La técnica de la Perecita fue tan famosa en su época que el mismísimo Miguel Fleta se mudó en sus últimos años de vida a Coruña y asistió a clases con esta maestra para tratar de recuperar la voz que tan famoso lo había hecho mundialmente.

Mª Luisa Nache recibió clases de Bibiana Pérez, Ángeles Ottein fue maestra de Inés Rivadeneira, Lola Rodríguez enseñó a la gran Teresa Berganza, etc…

En las últimas décadas, varios maestros han llevado a gala seguir transmitiendo esta técnica, como el coruñés Antón de Santiago o la ya citada Inés Rivadeneira.

Presente y futuro

No termina aquí la saga gallega de cantantes líricas de primer orden. Por suerte, tenemos grandes voces que a día de hoy siguen llevando la galleguidad por los escenarios del mundo.

Sólo por nombrar a algunos, tenemos a los barítonos Borja Quiza, Javier Franco y Lucas López López, a las sopranos Rosalía Cid Tarrío, Patricia Rodríguez Rico y Emilia Pérez, y al contratenor coruñés Alberto Miguélez, entre muchos otros.

Con ellos queda asegurada la continuidad de esta saga lírica gallega y la transmisión de la escuela de canto que tan grandes voces nos ha dado históricamente.

María del Carmen Lorenzo Vizcaíno, Profesora de Música en el Grado de Educación Infantil y Primaria, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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