El Pescador de Akrotiri es una afamada estatua de bronce descubierta en 1967 en el yacimiento arqueológico de Akrotiri en la isla griega de Santorini. Dichas ruinas de Akrotiri se conservan de forma extraordinaria ya que en el mismo año de su creación la ciudad fue sepultada por un volcán y no se ha visto modificada o violada por la actividad geológica ni antropológica. Es una obra que pertenece a la pintura Minoica.
La estatua fue elaborada hacia el año1500 a.C. y se cree que representa a un pescador o marinero. Muestra el hombre en conjunción con el naturalismo y los oficios cotidianos de la vida. Un hombre en posición de caminar que sostiene una caña de pescar en la mano derecha y otra en la mano izquierda cargado de peces, el cabello corto con dos posibles trenzas o adornos de la época. Su descubrimiento fue un importante hallazgo para la arqueología y ha ayudado a los expertos a comprender mejor la vida y la cultura de la antigua civilización minoica que habitaba en la isla.
Posee uno de los objetivos más característicos de la pintura minoica del periodo palacial, que es el de reflejar la belleza humana; en este caso se realiza con la representación del ideal de belleza de la antigua Creta a través de un posible personaje de la alta nobleza o incluso uno de propietarios del palacio o casa de Akrotiri. Igualmente, hace un uso muy acusado de remarcar, es decir que el contorno de cada figura está bien marcado, recortando las figuras de los fondos que suelen ser neutros de color crema o blancos. Juega a su vez con los colores ocres bastante vivos, aunque la paleta es limitada y no hay un extenso abanico de diferentes colores, si no que se mantiene en naranja, amarillo y azul. El pintor utilizó estos colores de manera neutra y plana, sin degradar los colores para dar una sensación de profundidad ni de volumen particulares.
Fue realizada en fresco, que es una habilidad en la que se pinta sobre una pared que se cubre de yeso con varias capas de cal. Se aplica una capa y se espera a que se seque, se repite el mismo proceso hasta la última capa, sobre la que se pinta cuando aún guarda toda la humedad. De esta forma las propiedades químicas de los pigmentos se integran mucho mejor en la pared, y origina una durabilidad más prolongada.
La Pintura Minoica se mantiene ligada a la egipcia, en sus técnicas de utilización, distribución y reunión de colores de formas geométricas y en muchas otras características. Un claro ejemplo de esta afirmación en esta obra es el empleo de diversos convencionalismos como la Ley de Frontalidad y la ausencia de un espacio o un paisaje diferenciado, que pueda ser digno de representar la hermosura y potencia natural de las islas griegas. Un importante punto que diferencia la cultura Minoica de la egipcia es la expresión de gracilidad, efusividad, elegancia y en ciertas ocasiones la distinción clasista. Es un arte costumbrista, que reluce por su desvinculación por la religión, que presenta a su vez una sociedad armoniosa, idílica, en unión con su entorno, equilibrista con su flora y fauna que suscita puras ganas de aprovechar el tiempo <<carpe diem>>, de disfrutar del presente más que de preocuparse por la vida después de la muerte. Esta concepción de vida es reflejada por esta obra “Pescador de Akrotiri”.
La citada Ley de Frontalidad se ve manifestada a nivel del torso, y del ojo izquierdo a diferencia de la cabeza y demás extremidades del cuerpo direccionados hacia la izquierda (de frente para el joven representado). El objetivo de esta ley es darle simetría al conjunto de formas respecto a su eje central.
Se presencia hieratismo, mostrando un esbozo falto de expresividad; tan solo una tímida sonrisa. El conjunto carece de detallismo, no se aprecia vello corporal, ni siquiera los diferentes músculos anatómicos. El espacio en el que se encuentra el personaje no expresa nada, no se puede identificar de ninguna manera porque no está representado ni con perspectiva ni con líneas de fuga, de hecho, no sabemos si está en el campo o en un edificio. Podemos suponer que está en el puerto, o bien en uno de los patios de la residencia de Akrotiri Santorini tras unas horas de pesca en el mar de Creta. El conjunto de la composición es armonioso y simétrico, aunque geométricamente bastante abstracto en la representación y disposición de los peces de las sartas.
Cabe destacar el trabajo, la dedicación y el amor por el arte que tenían ya los griegos en esta época de la historia. Esa voluntad por idealizar una idea y querer representarla de una manera sutil y cuidadosa. Es sorprendente pensar que fueron capaces de realizar obras de esta singularidad. Si hablamos de arte, este es un claro ejemplo de lucha por la recreación de este, por una estética que marca la diferencia y, sobre todo, por una plasmación de un ideal realizado y una germinación de la belleza humana y natural.
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