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El feminismo de dos mujeres periodistas en la época de Galdós por Pilar Úcar

Robustiana Armiño y Carmen de Burgos, el feminismo de dos mujeres periodistas en la época de Galdós por Pilar Úcar

En un esfuerzo por reexaminar la historia literaria y periodística del siglo XIX en España, se revisarán las vidas y obras de Robustiana Armiño y Carmen de Burgos, dos figuras prominentes en el panorama cultural de la época. Ambas autoras, contemporáneas de Benito Pérez Galdós, reflejaron en sus escritos—que incluyen crónicas, artículos y obras literarias—las turbulencias y transformaciones de una sociedad marcada por intensos cambios sociopolíticos y culturales. A través de su obra, no solo documentaron los eventos relevantes de su tiempo, sino que también proporcionaron una perspectiva única sobre la realidad española de entonces, en paralelo a la visión de Galdós. Esta revisión busca no solo reconocer sus contribuciones al periodismo y la literatura, sino también entender mejor cómo estos contextos influyeron en sus escritos y pensamientos.

Escritoras y periodistas

Nos gustaría recuperar la siguiente cita de la novela de Galdós Fortunata y Jacinta: » Las señoras no se tienen por tales si no van vestidas de color de hollín, ceniza, rapé, botella o pasa corinto. Los tonos vivos las encanallan, porque el pueblo ama el rojo bermellón, el amarillo tila, el cadmio, el verde forraje…” (p. 59)

Y acompañarla de la siguiente imagen: una foto de la calle Mayor de Madrid para poder entrar de una manera más fehaciente en el cuadro social de la capital y conocer algunos de los aspectos que van a vivir y contar, no solo Galdós, sino también las protagonistas a las que vamos a dedicar este capítulo: Robustiana Armiño y Carmen de Burgos.

Robustiana Armiño, fue una poeta romántica y cronista de la España convulsa que le tocó vivir; destaca por ser una escritora polígrafa de contenido social y personal, implicada con el movimiento ideológico de su época. Mujer intelectual, conoció el éxito nacional e internacional y su obra tuvo una gran repercusión posterior en el estudio del romanticismo femenino.

En la figura de Carmen de Burgos, encontramos la primera periodista profesional española del siglo XIX y destacó por ser una activa defensora de los derechos de las mujeres; además, es considerada representante de la Generación del 98 que ejerció como corresponsal de guerra y peleó por la objeción de conciencia. Quizá sea más famosa por ser pareja de Ramón Gómez de la Serna. Pero conviene destacar sobre todo su labor como maestra de los más vulnerables y desfavorecidos, enseñando a personas ciegas y sordomudas.

En cuanto al contexto sociopolítico,citaremos de forma sucinta algunos de los momentos más significativos que jalonan el siglo XIX, marco en que se desenvuelven las escritoras Robustiana Armiño y Carmen de Burgos. Tras el Antiguo Régimen, la reina María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, asume la regencia durante la minoría de su hija Isabel II.  A continuación, se produce la revolución del 68: la Gloriosa que a Galdós, le pilló joven; tras el breve reinado de Amadeo de Saboya, se restaura la dinastía borbónica con Alfonso XII; Cánovas y Sagasta se turnarán en el gobierno, en un sistema de alternancia bipartidista conocido como “turnismo”, “turno pacífico” o simplemente “turno”, admitiendo —con Fernández Sarasola (2006: 89)— que consistió en un acuerdo de alternancia en el Gobierno de los dos partidos dinásticos: conservador y liberal, es decir, la formación de Gobierno por parte de cada uno de ellos no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión del rey en función de una crisis política o de desgaste en el poder del partido gobernante. Esta práctica artificial impulsada por Cánovas y Sagasta (Milán García 2000: 110) y que tomaba como modelo el sistema británico, acabó con el limitado pluralismo político existente. ​La consolidación del turnismo tuvo lugar una vez fallecido Alfonso XII, en la etapa de la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902). Se viven, por tanto, unos momentos de crisis política y social, de los cuales la burguesía capitalista resultará la mayor beneficiada para ascender en la escala social, frente al proletariado formado por obreros y campesinos (Jover Zamora 1982: 178). Muchos de los artículos galdosianos dejan puntual huella y fiel testimonio de dichos avatares políticos; todo un trasiego que la población ¿admitía?, pero sobre todo leía y comentaba, como veremos más adelante.

  1. Robustiana Armiño (1821- 1890)

Robustiana Armiño y Menéndez nace en Gijón en 1821, de origen acomodado, muy pronto se interesó por el aprendizaje de idiomas y ya a edad muy temprana lo hizo de forma autodidacta, siempre llevada por el afán de conocer nuevas culturas a través de una incesante inclinación lectora. Fue una literata precoz que dio a conocer sus poemas en distintas publicaciones (casi diarias) con gran éxito por parte de sus seguidores en aquellos momentos, ávidos de contenidos imaginativos y exóticos.

Consiguió hacerse un hueco muy prestigioso entre la prensa y destacan sus colaboraciones todas adscritas al movimiento romántico imperante en la época como por ejemplo en El Nalón y en la Revista de Asturias, de Oviedo, o en los periódicos de Badajoz El Guadiana y El Pensamiento o en La Primavera de Madrid (López Baralt, 1992).

Por lo tanto, su obra fue muy conocida desde el primer momento no solo en su región sino en la capital. Entra en contacto con importantes personalidades literarias como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Juan Eugenio de Hartzenbusch y en los ambientes más conocidos de entonces: ella era asidua a tertulias y encuentros, debates y conferencias. Se casó con un médico y se trasladan a vivir a Salamanca, ciudad en la que conoce a Matilde Cherner y con la que escribe La venganza, una leyenda en prosa siguiendo las modas en boga. Forma parte de antologías y colecciones recopilatorias de obras suyas junto con otras escritoras coetáneas (Molina Puertos, 2009). Trabaja sin descanso: poemas, epístolas, artículos de contenido íntimo y personal o social y colectivo. Temática terruñera y folklórica de sentimientos sinceros e imaginativos.

Finalmente, fija su residencia en Madrid y continúa colaborado en diferentes medios a la vez que participa en el certamen denominado “corona poética” en homenaje a Quintana y comparte espacio al lado de Bécquer, de Alarcón y otros importantes escritores. Animada por la fama de su éxito literario, funda la revista La Familia, una de cuyas suscriptoras fue la propia reina Isabel II.

Robustiana Armiño defendió la ideología carlista hasta su muerte acaecida el 17 de junio de 1890. Siguiendo una costumbre muy habitual de sus años, la novela Dramas de la costa se publicó por entregas en La Ilustración Gallega y Asturiana a lo largo de 1880; destacamos entre el conjunto de su producción algunos de los títulos de sus variados libros como Poesías, Flores del Paraíso o Ilustración de la infancia, Fotografías sociales, El ángel de los tristes, La culpa va en el castigo, Las virtudes capitales o Contra soberbia, humildad, por ejemplo; toda una auténtica poliantea en verso y prosa. Narraciones y poemas, opiniones, crónicas…mosaico literario que se hace de imprescindible conocimiento y análisis para llegar a recomponer el panorama de años románticos que anticipaban futuros momentos realistas.

  • Carmen de Burgos (1867- 1931)

María del Carmen Ramona Loreta de Burgos y Seguí, o Perico de los Palotes o Colombine, como le gustaba firmar sus artículos periodísticos. Vivió 64 años. Andaluza de Almería y madrileña vital. Nace en 1867, de pedigrí por herencia paterna, educada en igualdad de condiciones que sus hermanos varones. A los 16 años y en contra de su familia se casa con un pintor y comienza a colaborar en la revista Almería Bufa que dirige su marido del que se aleja por maltrato e infidelidades hasta que lo abandona y se establece en Madrid con la única hija que sobrevive tras la muerte prematura de sus tres hijos…Mientras, obtiene el título de maestra y plaza por oposición en Guadalajara. Destacan sus escritos en publicaciones como Diario Universal, El Globo cuyas secciones trataban temas sobre el sufragio femenino o las condiciones de las obreras en las fábricas, el divorcio, la objeción de conciencia…ideas imperantes en algunos países europeos, lo que le valió fuertes diatribas eclesiásticas y ataques de sectores conservadores empeñados en desacreditar la labor que desempeñaba (Zambrano, 1989). Viajera por Francia e Italia, se empapó de los sistemas educativos vigentes en aquel momento.

Por su beligerancia ideológica tan rotunda y convincente, se granjeó el respeto y la amistad de Giner de los Ríos, Blasco Ibáñez, Galdós, Julio Romero de Torres, Sorolla, Gregorio Marañón… así como de la famosa escritora portuguesa Ana de Castro Osório.

Alternaba su docencia con el periodismo, conferenciante seguida y aclamada siempre en favor del lugar que le correspondía a la mujer de esas décadas.

Fundó la “Tertulia Modernista” frecuentada por la intelectualidad (extranjera y nacional) de aquel entonces y ahí conoció a Ramón Gómez de la Serna, joven estudiante y devoto admirador de la escritora, 20 años menor que ella con quien inicia una intensa relación sentimental y literaria durante casi dos décadas: paseos por el Madrid bullente finisecular, viajes por Italia y Portugal, artículos de contenido principalmente social muy exitosos, al alimón, que derivaron en la Revista Crítica donde compartían páginas con Juan Ramón Jiménez, Eduardo Zamacois, Rafael Cansinos-Assens, entre otras figuras relevantes del panorama cultural (López Jiménez, 1977).

En el año 1908, la escritora funda la Alianza Hispano-Israelí en defensa de la comunidad sefardita internacional.

Siempre confió en que su hija siguiera sus pasos en la literatura, pero se decantó por la interpretación teatral, sin éxito. Durante los ensayos de la comedia Los medios seres de Gómez de la Serna, de la que era actriz protagonista, ambos mantuvieron una relación amorosa que dio al traste con la existente entre el autor y la madre.

Afiliada al Partido Republicano Radical Socialista en 1931 ingresó en la masonería. La crítica posterior a su muerte reduce su producción literaria a la etiqueta de amante del creador de las greguerías; después de la guerra civil, sus libros fueron censurados y prohibidos en bibliotecas y librerías.

Representante del movimiento feminista cuyo término lo aplicaba en el sentido de colaboración con el hombre sin lucha de sexos, fue una prolífica autora de ensayos, novelas, artículos, cuentos… La repercusión de su obra resulta incontestable y ha sido traducida a numerosos idiomas. Destacan entre otros muchos, los títulos (algunos muy significativos): El divorcio en España, La mujer moderna y sus derechos. Viajes por Europa. (Impresiones), La malcasada, Quiero vivir mi vida, (con prólogo del doctor Marañón sobre el sentido de los celos), Malos amores, El perseguidor, El hastío del amor, La que se casó muy niña…

Se suceden los homenajes en su memoria que reconocen la posición tan preminente que supone el trabajo de una escritora implicada con su época.

  • Las escritoras y el cronista

Como ya se ha apuntado en páginas anteriores, Galdós consignaba toda “su” España en artículos de muy variada índole; destacamos el que dedicó en su IV Volumen a “Intrigas palaciegas” o el “Madrid que habito” donde nos ofrece un cuadro tan gráfico y tan visible del Congreso de aquel entonces que resulta muy interesante revivir dichos momentos. Parece, pues, que tanto las escritoras Robustiana Armiño como Carmen de Burgos comparten con Galdós algunos acontecimientos sociales, políticos, económicos y culturales de las décadas decimonónicas; se podría adivinar sin muchas dudas que se trata de auténtico periodismo (Miller, 1993). Entre reformistas y aristócratas andaba el juego allá por marzo de 1888… “El vicio de la locuacidad”es otro de sus inefables y geniales artículos: patente su escritura acerada y crítica, diseccionadora de vaivenes, no exenta de ironía y cierto humor.

Suscribimos las palabras de María Zambrano, en La España de Galdós (1989), al calificarlo como “el poeta de Madrid” y añade: “el poeta que toda ciudad necesita para existir, para vivir, para verse también. Poeta quiere decir en la lengua griega creador, fantaseador. Creador de criaturas de carne y hueso, alma, espíritu, razón” (175).

En definitiva, él y ellas consiguen retratos completos de los personajes con muchos detalles: físico, moral y psicológico. Insisten sobre las fealdades físicas de los personajes, sobre sus defectos, pero también sobre sus virtudes.

Y todo ello aporta una sensación de realidad verdadera, de argumentos verosímiles, sin olvidar que el narrador domina, sabe y conoce lo que cuenta, dado que la técnica de la narración es omnisciente: el narrador y las narradoras se introducen en sus libros y hacen opinar a sus personajes y responsabilizarse de sus acciones.

En las siguientes imágenes se puede ver reflejado lo que venimos apuntando:

Caminar y deambular por las calles: ver y dejarse ver. Saludar y comentar. En un Madrid bullicioso donde en apariencia se mezclan las clases sociales en una población “diversa”: el obrero con el campesino, el industrial con el vendedor, las sirvientas con las señoras.

Y, para terminar, no se puede obviar una de las costumbres más frecuentes y propias de nuestro país, en especial de las grandes capitales de provincia y principalmente de Madrid: las tertulias en los cafés, en los liceos…

Disertar en los cafés, suponía un elemento esencial de la vida madrileña, donde conviven todas las facciones políticas. Parece que al madrileño, y por extension al resto de habitantes le gusta opinar, discutir y sobre todo solucionar. Por la tarde, a la hora de la siesta prolongada, se pueden atisbar genuinos debates, la frase enredada en interminables horas diarias para resolver el devenir de España. Grupos y corrillos de hombres -las mujeres eran pocas todavía- que se afanaban en temas politicos, eclesiales, culturales en un enjambre de palabras recogidas por los cronistas del momento: Galdós, Robustiana Armiño y Carmen de Burgos.

Así se puede apreciar en la siguiente imagen que corresponde a la Tertulia literaria en el Café de la Iberia. (Madrid Cómico, 10 de diciembre de 1911)

  • Bibliografía

Fernández Sarasola, I. (2006): “La idea de partido político en la España del siglo xx”,

en Revista Española de Derecho Constitucional, n.º 77, pp. 77-107.

Jover Zamora, J. M. (1982): “La imagen de la Primera República”, en La España de la

Restauración. Madrid: Espasa Calpe, pp. 170-185.

López Baralt, M. (1992): La gestación de Fortunata y Jacinta. Ríos Piedras, Puerto

Rico: Huracán.

López Jiménez, L. (1977): El Naturalismo y España. Madrid: Alhambra.

Milán García, J. R. (2000): “La revolución entra en palacio. El liberalismo dinástico de

Zambrano, M. (1989): La España de Galdós. Madrid: Endymion.


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